CRONICA XTERRA LA
VIÑUELA (MALAGA) 2015
Hace unos días que me enfrenté al primer reto de esta temporada, XTERRA La
Viñuela (Málaga). Un Triatlon Cross de distancia Olímpica (1,5 - 40 - 10).
Los días previos a la prueba tengo muchas dudas, porque no se realmente cual es mi estado de forma actual, pero tras una conversación con mi entrenadora, ya lo tengo muy claro. La táctica a seguir en carrera es la siguiente "Papi, cuando nades en el lago tienes que tener mucho cuidado de no molestar a los patos, para montar en bici llevaté la mía que corre más ( al final no lleve su bici porque no me valía su casco) y para la carrera a pie ves muy despacito que sino no me da tiempo a verte". Con estas premisa no hay dudas que valgan. Al lío.
Mi "entrenadora" comprobando que su casco no me valía.
Mi "entrenadora" comprobando que la presión de las ruedas era la indicada .
No será que no tenía preparada su bici, con el dorsal y todo
Da igual si tengo el alojamiento lejos o cerca de la salida
del triatlón (en este caso, más cerca imposible, tenia la transición debajo de
la ventana de mi habitación), últimamente siempre llego in estremis. Había
planificado calentar bien fuera del agua, porque dentro lo mejor era limitarse
a meterse cuando fuese a nadar (la temperatura del agua fue de 15º, me imagino
que ya os dais cuenta del porque seguir esta táctica, cuanto menos tiempo
estuviese mi cuerpo sumergido bajo el gélido fluido mejor que mejor). Tampoco
se puede decir que no calentase, porque correr, corrí de lo lindo. Faltan 5
minutos para el pistoletazo, cuando intento ponerme el traje de neopreno y zas,
agujero que te crió. Bueno, últimos besos y abrazos antes de enfrentarme al
primer reto de la temporada (antes olvide decir que es un triatlon para el cual
el entrenamiento que he llevado ha sido bastante insuficiente, vamos que ya
empiezo a sacar escusas antes de correr, así, si lo hago mal, pues…como tenia
esta o cualquier otra, pues ya tengo justificación).
Apoyandome hasta los instantes previos a la prueba
Me lanzo a nadar y,…efectivamente el agua esta que pela.
Hago los primeros metros nadando con la cabeza fuera, así me da tiempo a calentar
un poco sin sufrir una bajada de temperatura tan brusca. Madre mía, que
estratega estoy hecho. Veo como poco a poco se va estirando el grupo y
milagrosamente voy muy muy atrás (será porque he empezado a nadar hace un mes,
cuando el resto de participantes lleva toda la temporada. Como mola, otra
posible escusa, soy un artista en esto de buscar justificaciones). Pero cual es
mi sorpresa que encuentro los pies de un triatleta que va más o menos a mi
ritmo, me coloco detrás de el para que me guie (según dicen los experto si vas
“a pies”, gastas menos energía porque el de delante te hace que vayas más aerodinánico, o algo así. En mi caso, de lo único que me sirve, que no es poco, es
de guía. Así, no tengo que ir sacando la cabeza para ver por donde tengo que
ir.
Ha transcurrido la mitad de la prueba de natación, y el
escenario ha cambiado. Mi “guía”, a conseguido llevarme hasta un grupo de 4 o
5. Me mantengo en la misma posición trasera, mi intención es no gastar ni un ápice de fuerzas de más en el sector de la natación (largas horas de esfuerzo
me esperan). Pero, de pronto me empiezo a imaginar que estamos en el campeonato
del mundo de ciclismo en carretera, donde la imagen que tengo de esta prueba es
que los ciclistas atacan, atacan y atacan. Pues, lo dicho, paso al ataque y me
coloco en cabeza de la grupeta. Acabo de abrir la veda y los demás empiezan a
lanzar contraofensivas. Como me lo estoy pasando (es justo lo contrario a la
carrera que había imaginado en mi cabeza, donde nadaría yo solo en último lugar
y este segmento no dejaría de ser un mero tramite), estoy disfrutando como
nunca. Antes de alcanzar la rivera del embalse, logro volver a colocarme en
cabeza para salir bien situado (como si de un triatlón sprint se tratara, donde
arañar cualquier segundo es importante). Subo por la rampa de salida, donde
hago una parada para abrazar a mis chicas, que contradicción salgo corriendo a
tope (de forma un poco inconsciente, todo sea dicho, por el subidón de
adrenalina que tengo al haber disfrutado tantísimo de la natación) y ahora
pierdo ese tiempo en disfrutar del calor delos besos y abrazos de la familia.
Su apoyo es vital en este tipo de pruebas para poder acabar.
Durante la transición me doy cuenta que no me he puesto el
chip. Igual no salgo en la clasificación final, vaya tela. Igual, me da lo
mismo aparecer en el listado que no. Yo lo único que quiero es terminar la
carrera disfrutándola a tope.
La fiesta continua, ahora a por, 40 kilómetros por delante
de mountain bike, bajo un sol de justicia (30 º aproximadamente). Empiezo con
mucha cautela, me esperan 3 puertos de montaña sin dificultad técnica (son por
pistas forestales, pero es un sin parar de subir hasta que coronas. A pesar de
ir controlando, voy adelantando poco a poco a otros participantes, con lo cual
empiezo a motivarme más todavía. Salvo el primer puerto, haciendo me mi propia
película de la carrera con los triatletas que llevo tanto por delante como por
detrás. Una vez que me veo en carrera, esto no quiere decir que vaya entre los
primeros, sino que no voy más solo que la una, como pensaba que iría; me
planteo que debo subir los puertos a ritmo fuerte para intentar sacar metros de
distancia con los demás para luego tener margen en las bajadas que es donde
pierdo tiempo.
A mitad del segundo puerto voy espírico perdido, hasta tal
punto que le comento a un voluntario que me anima que quiero más puerto, vamos
que se me quedaba pequeño. Venga, el sobrado. A los pocos metros, empiezo a
notar una flojera general, que me indica que la energía empieza a faltar.
Rapidamente como, bebo y adapto mi ritmo a la nueva situación, pasando el
piloto cerebral a modo supervivencia en lugar de modo competición. En otras
ocasiones habría intentado seguir al ritmo para no perder tiempo hasta que
hubiese reventado. Pero hoy todo me salía bien. Consigo terminar el segundo
puerto sin perder ninguna posición. Otra cosa es la bajada. Este descenso
combina zonas técnicas con pistas forestales. De pronto en un sendero, me
encuentro agazapado entre unos matorrales a otro participante que se ha caído.
Le pregunto si necesita ayuda y me dice que ya han avisado a la organización
para que vayan a buscarle. En el transcurso de la escueta conversación, diviso
su bici 50 metros más abajo, despeñada por un barranco. Me doy cuenta del golpe
que se ha tenido que dar. Imprudencia o error humano. Ahí dejo, la cuestión.
Este hecho hace que todavía vaya con más prudencia de la que llevo. A mi no
merece la pena arriesgar por ganar unos minutos.
Comienzo el último puerto, el cual me han dicho que es el
que tiene pendientes más fuertes, y efectivamente que las tiene. Cada curva que
tengo que salvar, me tiemblan las canillas y decido que la mejor opción es bajarme
de la bici, andar y volver a montar pasado el giro. Continuo pasando
triatletas. Voy a tope. Pero ahora queda lo duro. Una bajada de más de una hora,
donde me empieza a doler la cabeza (debió de ser de la tensión muscular del
cuello), a pesar de lo cual mantengo la calma para echar pie a tierra cuando
veo que la cosa se complica y mantener la mecánica intacta (el día anterior, en
la charla técnica nos dijeron que tuviésemos mucho cuidado porque las piedras
podían reventar las ruedas). Salvados los kilómetros de bajada técnica, parece
que el segmento de bici se ha terminado, pero nada más lejos de la realizad.
Empieza mi calvario particular. Las reservas de agua se me han terminado y
empiezo a notar calambres por todas las piernas, me quedan pocos kilómetros, yo
calculo que unos 5, creo que llego. Pues va a ser que no, minutos después, ya no
tengo calambres, directamente se me han quedado las piernas rígidas como un
palo y no puedo pedalear, menos más que es ligera cuesta abajo. Veo peligrar y
mucho mi finalización de la prueba. Pero como hoy tengo el sol de cara, otro
participante me cede su bidón de agua (el mismo que me dice que se ha quedado
sin frenos durante la bajada, para que os hagáis una idea de la pendiente y
peligrosidad de la misma). Y, salvado, en pocos metros recupero las piernas y
consigo llegar a la transición, donde me esta esperando mi familia. Que alegría
me da verlos. Que subidón. De echo, tengo que confesar que casi derramo algunas
lagrimas. Segunda etapa de este triatlón superada y con nota, porque he
disfrutado a tope de cada una de sus dificultades. Vamos a ver que nos deparan
los 10 kilometros de trail.
Al parecer, este último segmento no es muy duro (por lo
menos es en el que la organización ha puesto menos énfasis). Por lo tanto,
decido salir a un ritmo bastante bueno. Me lanzo a por mi predecesor. Empiezan
a aparecer las primeras rampas duras y recorto bastante distancia. Sobrepaso a
alguno de mis compañeros de fatigas. Hasta que empiezo a notar como los
cuádriceps se me empiezan a acalambrar. Solo quedan 300 mts. para el
avituallamiento. No es mucha distancia, creo que me aguantaran hasta que
reponga liquidos. Pues, decididamente no me aguanta el isquio (es curioso, me avisan los
cuádriceps pero claudica el antagonista). No puedo doblar la rodilla lo más
minimo. Arrastro la pierna, mientras me tomo un gel. Un minuto después, puedo
correr perfectamente. ¿ Que tendrán esos geles?. Llego al avituallamiento y me aprovisiono de una botella de agua. Así, cada vez que voy notando la mas mínima
sensación en los cuádriceps ,bebo y situación controlada. El circuito a pie, es
sinceramente precioso, en esta época del año. De fácil, nada de nada, tiene un
poco de todo. Subidas pronunciadas, llanos por pista alrededor del embalse,
bajadas técnicas. Y sobretodo, unos paisajes espectaculares al atardecer (
termine casi a las 7 de la tarde). A pesar de ir tan mal orgánica y
muscularmente, conseguí adelantar a 4 o
5 triatletas. Que sensaciones mas guapas.
Por fin llego a meta, tras 6 horas y 20 minutos de disfrute
total. Ahora es el momento de reponer fuerzas con la familia y amigos, que esto
también forma parte de la carrera.
P.D.: Os acordaís de los consejos que me dio mi entrenadora, pues os voy a contar cuales fueron sus primeras palabras nada más cruzar la linea de meta, " Papi, tienes las piernas manchadas de barro como Peppa Pi ". A que no os han felicitado nunca así, je je.
Así termino mi espalda tras una larga aventura por tierras malacitanas
Otro P.D: Agradecer a toda mi familia torremoliniense su apoyo incondicional (así como las fotillos).