Triatlón Olímpico de
Sierra Nevada 2.013
Son las 6.30 de la mañana cuando mi hija “cry”, me intento
levantar como una exhalación para ponerle el chupete pero no puedo, me duele
todo el cuerpo ( a esto es a lo que yo denomino “totalgia”). Solo han pasado unas
horas tras finalizar uno de los más duros o el mas duro triatlón que he corrido
hasta la fecha “ Triatlón de Sierra Nevada “.
Embalse Canales |
CTOAs Previus Race |
decidido a seguir a Julí hasta que no pudiese más y funciono a la perfección sino es porque todavía debe de tener marcados los pies por los continuos zarpazos que le iba dando.
La transición más larga de mi vida ( 1 kilómetro con una
pendiente ascendiente bastante pronunciada) fue saldada con un sofocón de lo
lindo antes de comenzar el segmento ciclista.
Perfil Puerto |
Dejo la bici en boxes, salgo a correr un poco bajo de
energias pero de pronto me encuentro con nuestra afición C.T.O.A (muchas
gracias a todos por vuestro apoyo), lo que me da un empujón para afrontar las
primeras rampas de ascenso. Me empiezo a encontrar pletórico hasta que empiezo
a notar calambres en los cuadriceps, lo cual voy solucionando comiendo y
bebiendo. Tras 5 kilómetros de continua subida, empieza lo mejor de la carrera
(o por lo menos eso es lo que yo pensaba el día antes), con un descenso
pronunciado a lo largo de las pistas de ski (eso si, en esta ocasión desnudas
de nieve) hasta la línea de meta. Una, dos , tres zancadas y empieza a saltar la
luz roja de alarma, noto un dolor abdominal que no me deja coordinar los pasos
hasta que pasados unos 500 metros este dolor se traslada a la zona lumbar. Este
contratiempo me hace recapacitar y sopesar si retirarme o continuar (tengo que
reconocer que he decidido desde hace algún tiempo que no merece la pena
continuar en una carrera por dolor, esto lo hago para disfrutar no para sufrir
dolor). En esta ocasión decidí seguir a un ritmo mucho más bajo, a pesar de
creer que me estaban atravesando con un lanza la espalda, dado que estaba a
punto de terminar el mejor triatlón de mi vida.
Run |
Que emoción poder atravesar la línea de meta con mi hija en
brazos, ante la atenta mirada de mi mujer y los continuos ánimos de mis amigos.
Sin todos ellos (los que han estado presentes y los que se que me apoyan desde
sus casas), estos retos no serían lo mismo.
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