CRONICA TRIATLON OLIMPICO CASA DE CAMPO (MADRID) 2015
La crónica de esta carrera debería de empezar así, después de
varios años sin correr ninguna prueba en la Casa de Campo he vuelto ….pero he
pensado que mejor voy a empezar contado una historia del abuelo Cebolleta.
“ Cuando yo era preadolescente, vamos que no tengo ni idea
de cuantos años tendría, pasaba los veranos en la parcela de mis abuelos. Me
gustaba montar en un bici, una GAC tope de gama, hasta que un día me dejo de
gustar. Y os diréis, este ya se ha vuelto a caer, pues en esta ocasión no fue
así. Bajando una cuesta, me entro el miedo y pensé que tenía que frenar aquella
bici como fuera. Pues eso hice, intentar frenar de todas las formas conocidas
en la época, menos con los frenos. Primero, intente pisar la rueda de delante
pero vi que no perdia velocidad, por lo que pase a la segunda, y última opción,
para frenar. Puse los dos pies en el suelo, con el ligero inconveniente que ese
día solo llevaba calzadas una chanclas, las cuales al tomar contacto con la
tierra salieron despedidas, dejando como única superficie de frenado mis pies
desnudos (más concretamente los talones). Y, lo único que recuerdo más de esta
historia es que termine en el hospital con un pie lleno de sangre. El diagnostico
lo desconozco. Eso sí frenar, frene “
Este recuerdo lo tuve presente varias veces durante el
circuito de bici, porque con las prisas no cerré bien el eje de la rueda
delantera. No hacía más que pensar en el tortazo que me iba a dar como se
saliera la rueda. Solo tenía tres posibilidades. Una, intentar con el pie darle
patadas al cierre para que se apretara (ahora ya sabeis el porque me vino a la
memoria esta historia del pasado), y os prometo que lo intente, pero el zumbido
de los radios al aproximar el pie me asusto y decidí buscar otra alternativa
(como algún triatleta de los que iba en el grupo me hubiese visto pensaría que
estaba loco). La segunda alternativa era bajarme, apretar el cierre y
solucionado, pero había cogido un grupo muy bueno y no quería abandonarlo.
Total que al final tome la tercera opción, que fue confiar en que el cierre
aguantara. Eso sí, con un desgaste energético muy importante, porque el stress
que lleve durante todo el recorrido de bici fue de órdago.
Con todo este lio de la bici, me he olvidado contar como me
fue en la natación. El segmento de agua en el lago de la Casa de Campo tiene un
gran inconveniente para mi persona, dado que me tengo que tirar desde un pantalán
de salída y no tengo ni idea de tirarme de cabeza sin que se me caigan las
gafas. Solución, mientras todo mis compañeros de fatigas se preparan para saltar
cual peces al lago, yo me coloque de rodillas en la plataforma, arrime el
morrillo al agua y para dentro. No es la salida más rápida de la historia, pero
si la más práctica para quien no quiere perder las gafas. Consecuencia, a los
150 metros el grupo ya me sacaban 50 metros (y cuando digo el grupo me refiero
a todos). Ya voy último, a pesar de ir nadando a buen ritmo (como nada esta
gente),y empiezo a pensar que si es porque no llevo el neopreno (los demás tampoco),
que si han salido muy deprisa y luego los voy a adelantar (no pase a nadie en
toda la natación), que tenía que haber entrenado menos la natación y por eso he
llegado cansado (entreno una vez a la semana). Tras unos minutos pensando
errores, escusas y demás, decido disfrutar de cada una de las brazadas que
estoy dando. Así, termino la primera vuelta, según salgo del agua, veo que me
tengo que volver a tirar al agua, no sé si hacer lo a bomba o tirarme de pie,
opto por la segunda opción y me equivoco. Doy con el dedo gordo del pie en una
piedra del suelo, creo que me he cortado, pero finalmente no fue más que el
golpe y una vez que salí del agua ya ni me acorde del dedo.
En la carrera a pie todo fue bastante mejor de lo esperado,
dado que las últimas veces que había corrido aquí había terminado como el
Rosario de la Aurora (bien andando o retirado). Mantuve un ritmo constante (bueno
y esto a quien le importa). En esta ocasión, lo único destacable de los 10 kilómetros
de carrera a pie fue que no me paso nada, solo corrí como un pollo sin cabeza.
A, una cosa me gustaría hacer mención a los ánimos que recibí de mi familia
(siempre están ahí apoyándome), de Parro y de Jaime (que a pesar de llegar casi
siempre el último del equipo, no dejaron ni una vuelta de animarme).
P.D: En esta ocasión las fotos no las he realizado yo.
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