lunes, 15 de febrero de 2016

CRONICA DUATLON CROSS LA GRANJA 2.016 (SEGOVIA)

CRONICA DUATLON CROSS LA GRANJA 2.016 (SEGOVIA)

Realmente no tenía pensado estrenar la temporada 2.016 con este duatlon, porque llevaba dos semanas echando más mocos que un caracol, pero a última hora vi que los pronósticós del tiempo daban posibilidad de nieve durante la prueba. Pues, dije para mis adentros, no puedes perderte esta carrera. 

Llegan los momentos previos a la salida y no deja de llover, me asalta un mar de dudas, debo de estar haciendome mayor (antes no dudaría), me voy a casa a hacer rodillo. Finalmente, decido quedarme y aguantar el chaparrón.




La prueba comienza con 5,4 kilómetros de trail bajo un ligera lluvia. Decido ir poco a poco, dado que el calentamiento ha sido bastante flojo, bueno digamos que lo más que hice fue permanecer dentro del coche hasta 5 minutos antes de la salida (esto no es lo ideal, pero tampoco era plan de mojar los barcos antes de la contienda). Un organizador es preguntado por mi acerca del estado del terreno del trail, para ponerme unas zapatillas u otras, los "profesionales" somos así, tenemos unas para seco y otras para mojado, me dice que es dentro del bosque y que absorbe muy bien, por lo que no dude en ponerme las de seco que no hay nada de agua. Pues, fue adentrarnos en el susodicho bosque y zas, charcos inrodeables a doquier, lo menos que nos cubría el agua fue por encima del tobillo. El primer remojón te sienta a cuerno quemado, pero a partir de ahí, un disfrute total ( me encontraba como Peppa Pig saltando sobre los charcos de barro). Tras unos kilometros sube baja, más bien hacía arriba, vienen dos tachuelas donde empiezo a ganar posiciones. Mis acompañantes de fatigas suben andando y yo aprovecho que soy medio cabra para adelantarles al trote. La bajada la hago con precaución dado el estado del firme y que acabamos de empezar la aventura.


El segmento de MTB consta de 15 kilometros, donde los primeros 8 son en subida, no continua pero subiada al fin y al cabo. Salgo con otros 4 participantes, los cuales se me despegan nada más empezar. Decido ir poco a poco durante los primeros compases, durante los cuales puedo apreciar un rincón del bosque precioso, estoy alucinando con la intensidad de los colores verde de los arboles, es como si estuviera soñando. Tres corredores me alcanzan a una alta velocidad, y me hacen salir del sueño. Espabila que estas en una carrera. Aprieto los dientes y me coloco a rebufo. Durante los primeros metros me cuesta mucho seguirles, pero las condiciones se alían conmigo. Empieza a granizar fuertemente, acompañado de viento en contra y una pendiente muy empinada. Solucionado, ya les puedo seguir. Según ascendemos, el granizo pasa a ser nieve, es lo que me faltaba para ir flipando y no enterarme del dolor de piernas, lumbares y brazos que llevaba en ese momento. Anestesía total. Cuanto peores condiciones atmosfericas hagan mejor me encuentro yo y peor los demás, esto es lo que pienso hasta que un hecho cambia radicalmente mi forma de pensar. Este juego mental que me hago para poder seguirles se va al traste al tener que cruzar un río. Voy el cuarto del grupo al llegar a la orilla, donde hay situados dos miembros de la organización que nos indican que podemos pasar pisando en unas rocas pero con mucho cuidado porque escurren mucho. Cuando tomamos la dirección indicada, uno de mis contrincantes tira por la tangente y cruza el rio a pie con la bici al hombro. Estoy alucinando. Pienso para mis adentros que los otros dos van a ir por las piedras, pero error, siguen al primero. Pues, yo no voy a ser menos, cruzo la corriente con el agua casi por las rodillas. Y, yo era el que iba crecido porque me crecía antes las adversidades, estos si que son titanes y no yo que iba a ir por las piedras. Comenzamos la bajada, con los pies como el hielo y con la nevada arreciando. No veo un carajo, por lo que decido reducir el ritmo aunque pierda la compañia de mi grupeta. No estoy dispuesto a caerme.


Llego a la transición con unas ganas locas de calzarme las zapatillas para recibir el impacto del suelo bajo mis pies, así se calentaran un poco. Tengo por delante los mismos 5,4 kilometros de trail.Al principio voy como un pato, entre dolor de piernas y que parece que me están clavando agujitas en mis gelidos pies. Llevo muy buen ritmo, pero no veo a ninguno de mis antecesores hasta que llegan a las rampas duras donde ellos andan y yo corro. Remonto varias posiciones (tanto a los de mi grupeta de bici como a los del trail), pero me dejo uno al final de la subida. Tengo que bajar ligero durante las piedras porque sino en la bajada por pista no seré capaz de despegarmelo, así lo hago. Con la inercia, veo a lo lejos a otro participante que no tenía fichado. Aprieto bastante a ver si lo pillo, pero me saca demasiado y la bajada técnica ya se ha terminado. Voy a tope, y a menos de un kilometro para la meta le adelanto con tanta virulencia que resbalo en el cesped mojado y al suelo. El chico me pregunta si me encuentro bien, a lo que respondo que sin problema. Continua su marcha, mientras yo me levanto y me doy cuenta que se me ha subido el isquio. Rapidamente me meto media barrita en la boca para que me baje el músculo (cuando me ocurre esto es por falta de energía). Retomo poco a poco la marcha con la intención de no ser alcanzado por el resto de duatletas que anteriormente había adelantado. Pero sorprendentemente la pierna se recupera bien, y puedo correr como si no me hubiese pasado nada. Alargo la zancada, hasta ver la posibilidad de volver adelantar al chico de antes. Cosa que consigo a falta de 100 metros para la meta. Llego a la meta como si hubiese ganado la carrera. De hecho había ganado " mi " carrera. Superfeliz de haber acabado este duatlón tan duro (ojala hubiese algunos más tan duros como bien organizados.






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