jueves, 14 de mayo de 2015

CRONICA TRIATLON OLIMPICO CASA DE CAMPO (MADRID) 2015

CRONICA TRIATLON OLIMPICO CASA DE CAMPO (MADRID) 2015

La crónica de esta carrera debería de empezar así, después de varios años sin correr ninguna prueba en la Casa de Campo he vuelto ….pero he pensado que mejor voy a empezar contado una historia del abuelo Cebolleta.
“ Cuando yo era preadolescente, vamos que no tengo ni idea de cuantos años tendría, pasaba los veranos en la parcela de mis abuelos. Me gustaba montar en un bici, una GAC tope de gama, hasta que un día me dejo de gustar. Y os diréis, este ya se ha vuelto a caer, pues en esta ocasión no fue así. Bajando una cuesta, me entro el miedo y pensé que tenía que frenar aquella bici como fuera. Pues eso hice, intentar frenar de todas las formas conocidas en la época, menos con los frenos. Primero, intente pisar la rueda de delante pero vi que no perdia velocidad, por lo que pase a la segunda, y última opción, para frenar. Puse los dos pies en el suelo, con el ligero inconveniente que ese día solo llevaba calzadas una chanclas, las cuales al tomar contacto con la tierra salieron despedidas, dejando como única superficie de frenado mis pies desnudos (más concretamente los talones). Y, lo único que recuerdo más de esta historia es que termine en el hospital con un pie lleno de sangre. El diagnostico lo desconozco. Eso sí frenar, frene “



Este recuerdo lo tuve presente varias veces durante el circuito de bici, porque con las prisas no cerré bien el eje de la rueda delantera. No hacía más que pensar en el tortazo que me iba a dar como se saliera la rueda. Solo tenía tres posibilidades. Una, intentar con el pie darle patadas al cierre para que se apretara (ahora ya sabeis el porque me vino a la memoria esta historia del pasado), y os prometo que lo intente, pero el zumbido de los radios al aproximar el pie me asusto y decidí buscar otra alternativa (como algún triatleta de los que iba en el grupo me hubiese visto pensaría que estaba loco). La segunda alternativa era bajarme, apretar el cierre y solucionado, pero había cogido un grupo muy bueno y no quería abandonarlo. Total que al final tome la tercera opción, que fue confiar en que el cierre aguantara. Eso sí, con un desgaste energético muy importante, porque el stress que lleve durante todo el recorrido de bici fue de órdago.


Con todo este lio de la bici, me he olvidado contar como me fue en la natación. El segmento de agua en el lago de la Casa de Campo tiene un gran inconveniente para mi persona, dado que me tengo que tirar desde un pantalán de salída y no tengo ni idea de tirarme de cabeza sin que se me caigan las gafas. Solución, mientras todo mis compañeros de fatigas se preparan para saltar cual peces al lago, yo me coloque de rodillas en la plataforma, arrime el morrillo al agua y para dentro. No es la salida más rápida de la historia, pero si la más práctica para quien no quiere perder las gafas. Consecuencia, a los 150 metros el grupo ya me sacaban 50 metros (y cuando digo el grupo me refiero a todos). Ya voy último, a pesar de ir nadando a buen ritmo (como nada esta gente),y empiezo a pensar que si es porque no llevo el neopreno (los demás tampoco), que si han salido muy deprisa y luego los voy a adelantar (no pase a nadie en toda la natación), que tenía que haber entrenado menos la natación y por eso he llegado cansado (entreno una vez a la semana). Tras unos minutos pensando errores, escusas y demás, decido disfrutar de cada una de las brazadas que estoy dando. Así, termino la primera vuelta, según salgo del agua, veo que me tengo que volver a tirar al agua, no sé si hacer lo a bomba o tirarme de pie, opto por la segunda opción y me equivoco. Doy con el dedo gordo del pie en una piedra del suelo, creo que me he cortado, pero finalmente no fue más que el golpe y una vez que salí del agua ya ni me acorde del dedo.



En la carrera a pie todo fue bastante mejor de lo esperado, dado que las últimas veces que había corrido aquí había terminado como el Rosario de la Aurora (bien andando o retirado). Mantuve un ritmo constante (bueno y esto a quien le importa). En esta ocasión, lo único destacable de los 10 kilómetros de carrera a pie fue que no me paso nada, solo corrí como un pollo sin cabeza. A, una cosa me gustaría hacer mención a los ánimos que recibí de mi familia (siempre están ahí apoyándome), de Parro y de Jaime (que a pesar de llegar casi siempre el último del equipo, no dejaron ni una vuelta de animarme).

P.D: En esta ocasión las fotos no las he realizado yo.

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