martes, 12 de noviembre de 2013

DUATLON CROSS SAN MARTIN DE VALDEIGLESIAS 2.013


CRÓNICA DE UN DESCENSO

Llevo a dos duatletas delante, estoy a punto de empezar el descenso por la cuesta más técnica del circuito, decido dar un acelerón para pasarles y no tener a nadie que me interrumpa durante este tramo de carrera. Me estoy empezando a encontrar muy bien y quiero aprovecharlo para disfrutar a tope de este descenso. Empiezo saltando unas piedras sin mayor dificultad, bajo la velocidad para entrar en la curva  y sin tiempo para respirar salto por encima de una roca, según caigo me medio recompongo para vadear una rama (uff si la piso me voy al suelo de todas todas), curva peligrosa a la derecha y sorpresa, llevo tras de mi a dos corredores que intentan pasarme curva si curva también. Noto cada vez más presión sobre mi rueda trasera, a pesar de lo cual mantengo dignamente la compostura y consigo pasar una continua zona de badenes delante de ellos (eso sí, a cambio creo que voy a derramar parte del desayuno en este precioso bosque). El cuerpo me tiembla como un “blandiblu”, cada pequeño saltito provoca una tensión en mis manos que siento como se transmite hacia la espalda. Conforme avanzo por el estrecho sendero de pendiente descendente mi mente se va desgastando poco a poco, cada pequeña dificultad orográfica a la que me tengo que enfrentar se me empieza a hacer un mundo, el cansancio se está apoderando de mi cuerpo y mente. Mis perseguidores siguen al acecho, esperando el menor fallo para adelantarme (por si no bastara con la tensión de la propia bajada ), cosa que no consiguieron hasta que llegamos a un falso llano al final del descenso y “cortésmente” les cedí el paso. Momentos antes, empecé a notar como estaba llegando al límite del agotamiento, mis pies empezaron a temblar, mis piernas no tenían fuerzas para soportar tanta presión, mis brazos parece como si tuviesen sueño y se empezaron a dormir. Por fin, atisbo el final del descenso, solo me queda sortear una curva a izquierdas llena de arena y “ falso llano ”, el cual me permite descansar durante los 50 metros que tengo antes de empezar una subida que me requiere un esfuerzo extra. Ahora no es el momento de hacer semejante barbaridad, decido poner pie a tierra y para poder alargar el periodo de descanso activo antes de afrontar las dos vueltas que todavía me quedan.
Durante las cuatro vueltas que hay que dar al circuito esta bajada es la que me ha dejado huella (antaño cuando corrí este duatlón la cuesta que me marco fue la de subida, en la cual me “relinchaba“ la bici cual caballo loco).
Si alguna vez quereís hacer un duatlón cross de “ verdad “, no dudéis en acudir a San Martin de Valdeiglesias, eso sí preparaos para temblar.


















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